Elegí fracasar porque lo contrario era prostituirme, a media jornada y por cuatro besos miserables. Elegí fracasar. Vivirme cada día como si fuera el primero. Dejé el último para suicidas de sueños, mercaderes de posibles.
Elegí fracasar, no tener nada más que una mirada sin culpa cada mañana, muchas lágrimas de ausencia y tantas risas, y tan grandes, que no me caben en la boca.
Elegí fracasar, escuchar reproches que llegan desde el éxito-pero no manchan, ni ensordecen -.
Tal vez no elegí, quizá estaba en mí el fracaso... Pero es mío.
En este mundo sólo hay cuatro cosas profundamente mías. Y a ninguna renuncio, buena o mala
1 comentario:
Amén.
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